43º Aniversario de Fundación del Nazaret de Nuestra Señora de Coromoto, Maiquetía, Venezuela

El sol de la obra del Amo, Jesús Eucaristía, en estas tierras venezolanas de la Diócesis de La Guaira, se levantó en ese gran día del 28 de octubre de 1977. El Nazaret todavía no está preparado para ser habitado, pero sus Nazarenas: Hnas. Mª Visitación Miranda, Mª del Pilar La Torre y Mª del Carmen Ruiz, llegan con toda la ilusión e intrepidez que les impulsa su corazón misionero, la obediencia del envío y el respaldo de tantas oraciones como la bendición de la Hna. Mª de la Concepción González en nombre de la Madre General Mª Patricia Oriol, que se encontraba de visita canónica en Lima, Perú.

En el aeropuerto las esperaba el Vicario General, representando al Obispo, Mons. Francisco de Guruceaga Iturriza, que no estaba en el país. Fueron trasladadas a la casa de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, primera fundación de religiosas venezolanas, fundadas por el Padre Machado y la Madre Mª Emilia de San José. La acogida de las Hermanas no se olvida, enseguida las hicieron sentir como en su casa. Aunque el cansancio estaba presente por el viaje, con mucha alegría regresaron al aeropuerto para recibir a la Madre General que venía desde Perú para acompañar a sus hijas a poner el cimiento de este nuevo Nazaret. Al día siguiente, el Obispo regresó de Colombia y tuvieron la oportunidad de reunirse con él. Como buen pastor, les dio la bienvenida mostrándose muy contento, cercano y atento a las necesidades de las hermanas, expresando sus deseos de que en todos los apostolados impregnaran el amor a Jesús Eucaristía, objetivo que no se cansaba de recordarles en sus primeras visitas. Gracias a su madre, que era María de los Sagrarios, él conocía el carisma, y ese fue el motivo por el que pidió la presencia de las hermanas en su diócesis.

Finalmente, el 2 de noviembre de 1977 se instalan en la casa prestada por la diócesis, en la calle Ramos a Cervecería nº 11, que sería el Nazaret durante aquellos primeros años. El Sr. Obispo celebró la Eucaristía y dejó el Santísimo en el Sagrario. Las Hermanitas del Hospital San José los acompañaron. La Madre General, después de este gran acontecimiento emprende, al estilo de Santa Teresa de Jesús, viaje para una nueva fundación en México.

Tejiendo redes
Las hermanas han ido tejiendo una red inmensa desde la siembra perseverante. Desde un primer momento se les confió la animación y formación catequética diocesana, también se fue abriendo camino a otras zonas de Venezuela para extender nuestra obra: Maturín, Cumaná, Mérida, San Fernando de Apure, Valencia, entre otras. Como el amor rompe fronteras, hacia Costa Rica y Puerto Rico fueron también a contagiar el don de la gracia carismática.

Después de un tiempo, una década aproximadamente, se comienzan a dar pasos firmes para hacer realidad el sueño de la casa propia. Presupuestos, solicitudes, gestiones para la compra y construcción. En el mes de abril del año 1989 escriben las hermanas: «Esta Comunidad se traslada a su nueva casa, pedimos al Corazón de Jesús que desde esta casa podamos glorificarle y servirle como hostias consagradas a Él». Donde seguimos presentes hoy, calle Iglesia a Flores n° 108, muy cerca de la Iglesia parroquial San Sebastián.

Nazaret: Punto de encuentro
Por estar en un lugar bastante céntrico y a pocos minutos del aeropuerto, nuestro Nazaret ha servido de hospedaje a muchos religiosos, sacerdotes y laicos que necesitaban un sitio donde quedarse, para hacer conexión con otros vuelos o proseguir su destino. Y también, por estar cerca de Caracas, la capital, para hacer trámites y compras, especialmente personas del interior del país.

Además, la librería es mucho más que un lugar de venta de artículos religiosos, es un punto de encuentro y de reencuentro, de acompañamiento espiritual, de asesoramiento, de rezos, de aprendizaje de oraciones y de cómo orar. Nuestra hna. Mª Amelia Carneado, corazón de este lugar, continúa con su empuje, dando vida. Para mucha gente es un alto que hacen para reponer fuerzas al fresquito del aire acondicionado, para seguir subiendo la cuesta a sus casas que están en los cerros. Y nuestra Capilla es el oasis que buscan para tener esa intimidad con Jesús, cuando quieren tener más libertad para desahogarse, poner sus angustias en manos del Señor y agradecer por favores recibidos.

En el hoy de nuestro Nazaret se van presentando diversos apostolados menudos, especialmente el de la escucha, escuela del tú a tú, acompañamiento de grupos UNER y grupos JER (a nivel nacional). También se sigue prestando nuestro servicio a nivel diocesano en la catequesis y en la pastoral juvenil. Los miércoles a las 15:00 se ofrece formación eucarística y a las 16:30 exposición del Santísimo, oración y rezo de vísperas.

¿Sabías que…?

  • Una de las actividades eucaristizadoras era el festival “Un canto a la Eucaristía” que se realizaba cada año dentro de la Pastoral juvenil, organizado por los jóvenes de la JER. Hizo mucho bien y se profundizaba en el don de la Eucaristía, haciendo canciones-mensaje y cantando con muchas voces diferentes, unidos en la presencia de Jesús.
  • En diciembre de 1999, esta zona de Venezuela sufrió una gran tragedia por deslaves (corrimientos de tierras e inundaciones). Gritos, llantos y desesperación se escuchaban cada vez más fuerte, porque la gente huía de las aguas del río Piedra Azul que arrasaba con todo. La casa de Nazaret se salvó de milagro. Ante tanto dolor y desolación, y necesidades de todo tipo, las hermanas sacaron fuerzas para llevar el consuelo de Jesús Eucaristía a tantos abandonados. Lo posterior al desastre fue acompañar, animar y colaborar en todo lo que se podía para aliviar y reconfortar tanto dolor e impotencia, y afrontar las numerosas carencias y necesidades desde la cercanía, el trabajo con Cáritas y la continua oración, prolongada en la acogida a todo el que llegaba a Nazaret en busca de escucha, consuelo y compañía.
  • Cuando llegaron las primeras hermanas a Maiquetía, a los pocos días de visitar la capilla del barrio de la Lucha se presentaron en Nazaret tres señoras, diciendo que querían permanecer en contacto con ellas. Al poco tiempo, en la primera Asamblea UNER a cuya clausura fue el Sr. Obispo, al final de ella se levantaron las tres y le dijeron: «Señor Obispo, en nuestra Capilla de la Lucha no tenemos a Jesús en el Sagrario, antes no nos importaba porque no lo conocíamos, ahora que lo conocemos no podemos ya vivir sin Él, por lo que le pedimos que lo deje que lo cuidaremos». El Sr. Obispo se emocionó y les dijo que nunca había recibido una petición tan bonita, que lo dejaba con la confianza de que no sólo iba a ser cuidado sino también mimado y acompañado.

Publicado en Centenario MEN, fundaciones.

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