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EL AMOR NO SE PUEDE CALLAR

Nuestra misión consiste, en primer lugar, en el testimonio que brota de la vivencia eucarística. El encuentro con Jesús Sacramentado, con su amor y su abandono, nos impulsa a ser misioneras, nos envía a evangelizar, viviendo la reparación desde el gran misterio de fe y amor que es la Eucaristía, con el deseo constante de reparar su abandono. La fuerza para esta misión la encontramos en la Eucaristía, que nos transforma y nos impulsa a salir para compartir el gozo del encuentro con Jesús. De Jesús nace y a Jesús lleva, este es el eje transversal que determina toda nuestra misión y que pude resumirse en una sola palabra: eucaristizar.

EN TODO & CON TODOS

Nuestra pastoral, más allá del cómo, propone la Eucaristía como espacio privilegiado para el encuentro con Cristo, puesto que el Jesús del Evangelio es el mismo Jesús vivo del Sagrario. Este apasionante encuentro con Jesús se vive a través de la oración en su presencia, viva y real en el Santísimo Sacramento, de la gozosa participación en la Misa y de la fecunda Comunión eucarística que transforma nuestra vida. La vida cristiana, de esta forma, se ve revitalizada desde su mismo corazón.

MISIÓN COMPARTIDA

Nuestra espiritualidad, que nace de la Eucaristía, sacramento de Comunión, está abierta a todos y es creadora de comunión eclesial. Con todos y cada uno compartimos la apasionante tarea de evangelizar para que la Eucaristía transforme nuestro vivir cotidiano y llegue a convertirse en el centro de la vida de todos, tanto los más cercanos como los que todavía rechazan o prescinden de Dios en sus vidas. La misión compartida y la espiritualidad de comunión están en el origen de nuestra fundación. Finalmente, en nuestra congregación tiene un lugar especial formar, mantener y propagar las diversas ramas de la Familia Eucarística Reparadora. Junto a ellos queremos ser fermento en la masa para eucaristizar.

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